Elena Andreu, gerente del Hotel Muralleta "En Muralleta recreamos el sueño romántico de hacer un hotel con encanto" Nueve habitaciones y un restaurante: el sueño cumplido de Elena Andreu (Valencia, 1956). Trabajaba en la Administración, su marido tenía otro negocio. Pero hace seis años llegó su oportunidad. Dirige el Hotel Muralleta, ubicado frente a Parque Natural del Turia. Ahora supervisa todo y trabaja 24 horas, pero el veredicto está claro: “El esfuerzo resulta satisfactorio”. ¿Cómo nace Muralleta? No buscábamos un hotel, queríamos una casa para mi marido y para mí, salir de Valencia. Y recreamos el sueño romántico de hacer un hotel con encanto. Nos lanzamos. Es cierto que era un buen momento. Estuvimos dos años rehabilitando esto. Cuando llegamos a la calle, no había nada. Quisimos hacerlo con cariño, respetando la fachada. Fue más caro y lento, pero estoy contenta con el resultado. ¿Por qué te lanzas a cumplir un sueño? Siempre había tenido la idea de un pequeño hotel para retirarnos. Y sin pensarlo demasiado, lo hicimos. Hay nueve habitaciones, es algo pequeño. Lo que es más grande es el restaurante. Yo digo que Muralleta es un restaurante con nueve habitaciones. ¿Cómo es el día a día de un hotel pequeño? Los clientes de Muralleta son sobre todo clientes del sector de los negocios, vienen a los polígonos o a las ferias. La gente que se aloja con nosotros, repite, y, al final, sabes lo que le gusta a cada uno. Además de la gestión del hotel, también te lanzaste con el restaurante. ¿Cómo es el día a día con ambas tareas? El restaurante empieza con los desayunos, y luego es el mismo personal el que continúa en el hotel. Tengo que hacer labor de recepción, compras, pedidos. Y al ser pequeño, no entran programas informáticos de gestión. Eso significa que es todo manual, y lleva más tiempo. Durante los dos años de rehabilitación de la muralla, hice todos los cursos posibles. De gobernanta, vinos, gestión. Y sigo formándome, manteniéndome al día. ¿Que propuesta gastronómica ofrece Muralleta? Buscaba al principio un restaurante familiar pero mi marido tiene su empresa, no podía dedicarle tiempo y la idea se desestimó. Así que buscamos personal cualificado y elaboramos una carta de arroces, buenas carnes de León y pescado fresco. Hay postres caseros y helados de la zona. Y destacaría la bodega, está muy bien elegida, cuenta con casi todas las denominaciones de origen. Aconseja algo de la cocina. Todo está bueno pero destacaría el arroz meloso de pollo de corral, conejo y caracoles. El osobuco a la milanesa también sale muy bien. Y tenemos un postre estrella: las peras al vino. En principio las teníamos como guarnición del solomillo de buey, probamos a ofrecerlo como postre y fue rompedor. ¿Cuál es la clave de un buen servicio? No puedes permitirte estar sin revisar algo. Los clientes lo ven todo. El mantenimiento es lo más importante. Y en el trato, la cordialidad, pero con mucho tacto. Lo que los pequeños hoteles podemos ofrecer es conocer a los clientes. Dar a cada uno lo que busca. En el restaurante ofrecéis el “Menú de la casa+siesta”. ¡Qué original! Esta idea surgió cuando empezó la crisis. Hay gente que viene a comer y al tener habitaciones, damos la oportunidad. También cada mes tenemos música en directo, jazz. En Ribaroja hay un conservatorio con gran importancia internacional. ¿Qué es lo más atractivo de la gestión de una empresa como ésta? Me gusta casi todo. Quizá el tema de los vinos y la recepción, el trato con el cliente y el gobierno. Disfruto. La mayoría de tu clientela es gente de negocios. ¿Qué impresiones recoges sobre la crisis? Feria Valencia ha pegado un gran bajón. Cevisama o Urbe han pasado de tener lista de espera para conseguir espacios a que se cierren pabellones. Los clientes están muy desanimados con la economía, pero es cierto que el primer trimestre de este año ha habido una aceleración importante. ¿Y qué piensan de Valencia? Creen que la ciudad ha crecido muchísimo y que la oferta de ocio y negocio es más grande.